Las operaciones de la empresa petrolera Texaco (actualmente Chevron) en Ecuador a lo largo de 28 años, de 1964 a 1992, dejaron profundos daños en la selva amazónica de ese país, trastornando la vida de miles de indígenas que vieron como su hogar se fue contaminando hasta el punto de hacerse inhabitable e incluso acabar con la vida de algunos. Actualmente Chevron, que adquirió Texaco en el 2001, se encuentra en un intrincado pleito legal con un grupo de demandantes apoyados por gobierno ecuatoriano que lleva ya dos décadas y que pronto recibirá un nuevo fallo en una corte de Nueva York (se espera que a favor de Chevron). La situación es sumamente compleja, ante corrupción corporativa y gubernamental; lo único claro es que los grandes afectados son las poblaciones indígenas del Amazonas ecuatoriano y los ríos y bosques tropicales que han sido contaminados con 18 mil millones de galones de agua tóxica generada en las perforaciones, 30 veces más que el derrame de Exxon Valdez en Alaska y seis veces más que el derrame del Golfo de México. El caso de la contaminación en Ecuador ha sido descrito como “el Chernobyl de la selva”.
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