Aunque los datos oficiales estiman la cobertura rural en agua potable en 73,86 por ciento y de alcantarillado en 68,1 por ciento, estos guarismos no recogen en el primer porcentaje los problemas de continuidad y calidad del agua, y en el segundo, la inexistencia de tratamiento de aguas residuales. De hecho, la Encuesta de Hogares y Vivienda del 2012 registró para ese año coberturas rurales del 53 por ciento en acueducto y 15 por ciento en alcantarillado, frente a coberturas en las cabeceras del 97 por ciento para agua potable y 92,2 por ciento para alcantarillado sin tratamiento.
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