El 22 de noviembre del 2013 fue la última vez que llovió en Santa Marta. Dicen que fue una bendición del cielo pues ya se encendían las alertas ante la ausencia de agua en los hogares. Después de este día el sol pareciera nunca más haberse escondido, el verano empezó a azotar sin clemencia; la palabra sequía se puso en boca de todos.
Ahora, cuando desde los barrios se reclama y la tolerancia pareciera llegar a su fin, se hace más agresiva la campaña y las soluciones paliativas empiezan a darse. La adopción de medidas excepcionales para evitar un desabastecimiento no tienen espera.
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